El
segundo mito acerca de la movilización social sobre el que quisiera
reflexionar es el que llamaré “mito de la conciencia informada”. Este
mito vendría a decir que basta con estar bien informado para decidirse a
participar en una acción colectiva en pos de un bien común.
El
mito de la conciencia informada es, en parte, una variante del mito de
la movilización individual, ya que como éste presenta al individuo
aislado, esta vez encerrado en su conciencia, tomando decisiones fuera
del mundo. Pero, añade un tono entre “espiritualista” y “cibernético” al
individuo separado que merece ser atendido por sí mismo. Por
supuesto, al presentar este mito no pretendo decir que no es necesaria
la información, y más todavía la buena información, para la movilización
social, sino argumentar que existe una imagen mitificada de la
movilización social que nos hace pensar que es suficiente con la
información para que aquella se produzca, se mantenga y se extienda.
Nuestra
experiencia por sí sola ya nos dice que no es así, pero podemos de
nuevo mostrar que no es sólo que la realidad tenga poco que ver con esa
imagen, sino que además la movilización jamás podría surgir de la mera
información.
Esta vez voy a utilizar otro dilema llamado “del prisionero” para mostrar la imposibilidad del mito de la conciencia informada. Existen múltiples versiones que exponen el dilema. Pero voy a probar a hacerlo con una nueva por razones que se verán más adelante.
Esta vez voy a utilizar otro dilema llamado “del prisionero” para mostrar la imposibilidad del mito de la conciencia informada. Existen múltiples versiones que exponen el dilema. Pero voy a probar a hacerlo con una nueva por razones que se verán más adelante.