Si [los átomos] no se desviaran así, todos caerían rectos,
Como gotas de lluvia, en el vacío sin fondo:
No se darían entre ellos ni encuentros ni choques;
Y la naturaleza no hubiera podido crear nada.
(Lucrecio, De rerum natura)

15.2.13

La imaginación distanciada. Lo bello, lo sublime y el genio en Spinoza

1. En Spinoza hay una concepción de lo bello, pero no está desarrollada
 
Spinoza dedica muy escasa atención al problema de la belleza y de lo bello. Es posible que el texto esencial de su concepción de lo bello sea el siguiente breve pasaje del Apéndice de la Parte I de la Ética: 
  
"Si el movimiento que los nervios reciben de los objetos captados por los ojos conviene a la salud, los objetos por los que es causado se llaman bellos; y feos, en cambio, los que producen el movimiento contrario... los que afectan al oído, se dice que producen ruido, sonido o armonía... Todo lo cual deja bien claro que cada uno ha juzgado de las cosas según la disposición de su cerebro o que más bien ha tomado las afecciones de la imaginación por cosas".
 
La crítica de Spinoza va dirigida contra la concepción objetivista de la belleza vinculada al finalismo al que se opone en el Apéndice. Según esa concepción, la belleza o la fealdad serían cualidades objetivas de las cosas. A su vez las cualidades de belleza o fealdad habría que entenderlas como huellas de la voluntad divina o humana que ha creado las cosas a las que pertenecen. Spinoza rechaza esta posibilidad explicativa. Como dice en la carta 54 a Hugo Boxel, “la belleza... no es tanto una cualidad del objeto observado, cuanto un efecto sobre el observador”. En las contadas ocasiones en que trata el tema, los argumentos que Spinoza expone van dirigidos a defender esta posición. La belleza es, según el pensador materialista, un efecto. Pero, más allá de la rápida referencia al movimiento de los nervios que conduce a la salud en el pasaje que hemos leído, en ningún momento explica Spinoza en qué consiste esa relación causa-efecto.